domingo, 23 de noviembre de 2014

Gris

Consciente o inconsciente. Plural o singular. Perro o gato. Real o irreal.Te quiero o te odio. Te miro o me escodo. Creemos que todo es blanco o negro, aunque intentamos rezar por el gris, y nunca lo vemos. Cuando nos maduramos, ya que la expresión hacerse mayores la odio, empezamos a ver ese color mezcla de la falta de color y de tu totalidad.

Los meses habían pasado; ella seguía como siempre perdida, sin embargo menos que antes. Quedaría bonito que al final encontró un hombre que la había hecho libre como una mariposa, y feliz como un perro cuando llega su dueño. Pero la realidad, era otra. Se esta reconstruyendo, buscando la sabiduría y experiencia de su vida y de todas las vidas que la habían toda alguna vez.

Sofía fumaba, y le encantaba hacerlo. Era una mezcla de los años sesenta y de la hermosa movida madrileña. Elegante y alocada. Sensual y perversa. Pero como toda la gente de los años ochenta, triste por dentro.

Había encontrado trabajo en una pequeña empresa,bastante bohemia, como escritora de relatos filosóficos que tenían que ver con los problemas actuales. Esto la mantenía entretenida. Se pasaba la mitad de su jornada de trabajo mirando por la venta, esperando a que lloviese y sentirse como en casa. Echaba de menos la casa de sus padres a la orilla del mar, de aquel bosque la vio creer y pudrirse al mismo tiempo, de aquel frío que te calaba hasta los huesos y de aquella protección infinita mezcla de lanas y abrazos maternos.

Aquella mañana de martes, sonó la puerta de aquel despacho estilo loft, que a ella le se resultaba tan indiferente. Levanto la vista del ordenador para ver quién era, y  no puedo disimular su cara de sorpresa, ya que nunca pensó que lo volvería ver.

martes, 29 de julio de 2014

Llevaba una camisa de cuadros.

Me encantaría decirte que paso de tu culo, de tus gestos y de tus miradas. Que paso de tu risa, de tus tonterías, de lo poco que te importo y de lo mucho que te importan otras. Paso de mirar el móvil cada cinco minutos. Paso de no poder contener la mirada. Paso de recordar lo que se ha pasado, y desear que vuelva ha pasar.Paso absolutamente de tu culo.

Creía  en las casualidades, ya que todo lo que planeaba no salía nunca bien. Se sentía rara, si no se derretía por sus huesos. Y todos los chicos que quiso eran terriblemente tóxicos. O simplemente, se hacía más vulnerable si soñaba despierta.

Aquel día decidió a salir a caminar, quería que su cabeza se centrase de una vez. Llegó a la playa, se sentó, y deseó por completo respirar de seguido.  Su lágrimas aparecieron como por arte de magia, odiaba llorar aunque lo hacía muy a menudo.

Cerró sus parpados, y se puso a imaginar. Era una de las cosas que mejor hacía. Se sentía perdida, triste y un poco confusa. Sabía que tenía que salir de aquel bucle, tenía gente que la ayudaba pero tenía que poner de su parte. Mientras pensaba todo aquello. Sonó una guitarra y una voz se puso a cantar. Abrió los ojos al instante. Se dio la vuelta, y era él.

El chico de la taberna irlandesa.




sábado, 26 de julio de 2014

Un pack de cervezas y un salvavidas

Soñamos con vivir la vida como si fuera el último sorbo de aquel vodka, o como bailar aquella canción que escuchamos ya hace años. El gran problema es que me imaginamos todas esas locuras y pocas llegan al play. Vivimos la mitad de nuestra vida planeando, y eso planes la mitad no se llevan a cabo. Y así, acabamos ahogando las penas en esos vasos vacíos.


Le dio un vuelco  el corazón. Son esos momentos, que no sabes porqué pero sabes que va a pasar algo. Se limpió las lágrimas. Abrió la puerta. Y era él. Hay personas que llegan en momentos claves. Ese era uno de ellos. Llegaba con un pack de cervezas, una pizza y una cajetilla de cigarros.

Pasarón toda la noche charlando, buscando soluciones a problemas que nunca resolverían o hablando sobre de ellos. Sus miradas se entrelazaban como las piernas en un tango. Y cuando el sol asomaba por los cristales de sus gafas, cerraron los ojos.

Él trabajaba ocho horas diarías, creía en un mundo mejor y que las sonrisas llegaban siempre a alguna boca. Sus miradas eran profundas, tenía un sexto sentido para saber que cuando un amigo necesitaba un porro y contarle algo de su vida. Buscaba un amor tipico para conseguir una familia tradicionalmente feliz, simplemente porque tenía demasiado amor para dar.

Cuando Sofía se despertó, su amigo ya no estaba. Y se dió cuenta que tenía muchos salvavidas , ya que ella era un barco a la derivada. Alguna vez, pensó que la rutina la salvaría pero falló ya que eso la ahogó mucho más su desorden.

Deseaba tener un manual para encontrar la tranquilidad,la felicidad, lo que la gente supestamente tiene. Parecía que se había saltado el camino. No entendía que le pasaba, porque no era de esas personas que se pasan las vida hablando con sus amigos del instituto.
Sin embargo, ella era la chica de las cervezas en la playa.


lunes, 14 de julio de 2014

Chispas

Si te vas, no volveré.
Todas las acciones tienen causa y efecto. Todas las acciones tienen un desencadenante, como cuando la bomba explota en medio de tu ciudad arrasando todo a su paso. Tu fuiste mi bomba, sería bonito que fuese cierto. Pero no saltó la primera chispa, porque después de una masacre deseas que no vuelva a pasar.


Deseaba no amar a nadie más. Había amado en una noche, y le habían roto el corazón a la mañana siguiente. Y ahora mojada, estaba viendo fotos de la última persona que le imanto su brújula. Deseaba pensar que todo esto pasaría, sin embargo se mentía como cuando eres pequeño y deseas creer en los Reyes Magos, Papá Noel o el ratoncito Perez. Y como de costumbre comenzó ahogar sus penas en café de cualquier bar donde tenga un periódico decente.

Era triste, pero más triste llorar por algo que nunca sucedió. Y en ese momento se le escapaba un curiosa lagrimita por su pequeño rostro que llegaba hasta su boca. Era un cumulo de circunstancias que le explotó en la cara, el día que despertó en aquella carretera.

En ese instante, apareció ella. Le dió un abrazo, un beso. Y se fueron de ese pueblo de calles de piedra. Tras una hora en el coche, llegaron a casa de Sofía. Vivía en un edificio viejo en el cuarto piso. Allí compartía su vida con un gato llamado Chispas. El único que se extrañaba si no llegaba a casa.
Estaba subiendo por las escaleras, y escuchaba sus maullidos. Y ella entendía lo que decían.

Abrió la puerta, lo abrazo y se quedo sentada detrás de ella con él en sus brazos esperando que pasase algo inaudito. Entonces sonó el timbre




miércoles, 9 de julio de 2014

No hablan de ti.

Adictas a los primeros amores, a los melodramas, y pensar que cualquiera canción hablan de ellas. ¿Por qué será? ¿Por qué será que siempre terminar sola en tu coche fumando aquel dichoso cigarro que nunca debiste encenderte? ¿Por qué?

Porque estás buscando al definitivo, piensas.
Pero cuando lo tienes delante sales corriendo, por miedo o porque realmente nunca fue  el bueno.

Y te cuestionas, una y otra vez, que es lo que tienes de malo. Sin contar lo arañazos en los brazos, las copas demás, la autodestrucción, las imaginaciones transitorias y un bote de sonrisas perdidas que no llegarán a ninguna parte. Eres perfecta para cualquiera. Sin embargo no aparece nadie que quiera quedarse a tu lado. Es difícil, casi imposible no imaginar a alguien que no te abrace cuando tienes un mal sueño.

La colección de nombres siguen creciendo, y sin llegar a nada coherente. Dejas pequeñas muestras de tu vida a personas que no sabes realmente que harán con ellas.

Y tu a pesar de todo, y de todo lo te quieras hacerte creer. Sigues buscando a alguien, alguien que te cante.

Y que realmente escriba canciones sobre tí.



martes, 8 de julio de 2014

¿Alguna vez?

Los cuentos que nos contaban no decían siempre la verdad. Nos hacían soñar con mundos donde todo podía ser realidad. Maldita sea ¿ por que nos creímos eso? Esas pequeñas mentiras que hacen escondernos de un lugar tan cruel. Con esos cuentos soñamos con ser felices para el resto de nuestra vida. Sin saber que el transcurso de nuestra pequeña vida sería un cumulo de miradas, lágrimas, abrazos, palomitas, drogas y leche cortada.
El gran problema de los cuentos es que no nos enseñaron a luchar con una cuchillo entre los dientes. Y no nos enseñaron a decir lo que quieres decir, y tampoco hacer lo que deseas hacer. ¿Por qué no podemos coger un coche a las 12 de la noche para dar un paseo?


La voz de la mujer le arrebató el último suspiro de su alma, o eso era lo que ella pensaba. En una noche se había enamorada de una persona que apenas conocía su nombre. Cruel destino, pensaba. Aunque simplemente, Sofía deseaba amar por encima de cualquiera cosa, era una adicta de la mariposas en el estómago. Era de esas personas que tiene demasiado amor para dar.
Pensaba que su mundo se terminaba como cuando se apaga el último cigarro del paquete o una nevera vacía en domingo.

Salió a caminar, quería saber que le hacía sentirse así. Y como en una película, empezó a llover. Ella no se enfadó, si no que se puso a bailar y a cantar bajo ella, sobre todo a cantar. Así mojada y caminó hacia ninguna parte. Se cuestionaba que era lo que le hizo para llegar hasta esta situación. Cuales eran las acciones consecutivas para estar cantando en medio de ninguna parte.

Cerró los ojos muy pero que muy fuerte, para recordar. Y allí, como si una aparición se tratase. Su cara tan bonita e inquietante como el primer día. Tenía la esencia de artista de rock, y era tan peligroso como un vampiro en plena noche. Aun lo deseaba, y perdía el culo por él.

Busco en el móvil, alguna foto de lo dos. Quería saber si todo lo que se imaginaba era real.

Hay personas que llegan a tu vida y se colocan en una lista. La prestigiada lista de las personas que una vez amaste, e intentarás amar para siempre.

sábado, 5 de julio de 2014

Canciones que dicen más de lo que escuchas.

Debía de ser adicta a las primeras veces, todo el mundo es adicto a algo. Hay gente incondicional a las drogas de diseños, otros a las compras del tiempo o simplemente a un hombre. Tú y yo nos burlamos de ese último tipo de gente. Tanto era así que en vez de quedar,coincidimos a posta en un lugar para vernos. Siempre nos extrañábamos de avisarnos, aunque deseábamos encontrarnos a cualquier hora. Estúpido juego de niños, admito. Pero era nuestro. El gran problema es que un día uno de los dos no apareció, y el placer terminó.

Sofía, se hecho a reír como nunca. Le hacía gracia que alguien que no conocía de nada le dije algo tan bonito. Puto loco pensó. Pero a medida que las canciones sonaban, ella cada vez lo miraba más de reojo, y como no, se le escapaba esa sonrisa picará mezcla con un par de copas de más.

Cuando la música se hacía más pequeña, se sentó a su lado. Se miraron y se echaron a reír. Así, empezó el juego de hablar con las letras de las canciones que sonaban. Ese juego pasó a saber como se llaman o simplemente que hacían allí. En ese bar típico irlandés con un toque burgués. Se sentía cómoda, de esas personas que con el mero hecho de conocerlas, sabes que se le puedes contar cualquier locura y no se asustarán. Ese tipo de gente, aparece y nunca más se va.
El la acompañó a la puerta del hotel donde Luz ya hacía mucho tiempo que dormía.
Toda la noche soñó con esas conversaciones inverosímiles y a la vez tan reales. A la mañana siguiente quería saber donde estaba, pero como en una canción de Sabina el ya no estaba.

Aunque si un número de teléfono en recepción, con un mensaje.
"Sonríe, simplemente, sonríe"

Al instante cogió su teléfono, y lo llamó. Sin embargo no salió una voz de hombre, si no de mujer.

martes, 1 de julio de 2014

Lady Madrid

Las cuestiones del amor, nunca llegan a bueno puerto. Como las miradas, nunca llegan a calar hondo o las caricias no lo curan todo. Podría seguir así, maldiciendo todo lo que tiene el verbo querer, amar o desear.

Pero a veces, es el mentira más absoluta, porque en nuestro interior buscamos el amor. Esto debe ser por como nos han educado.  Las princesas de Disney han hecho mucho mal, porque ellas fueron las primeras en decirnos que eramos indefensas e infelices sin los brazos de un hombre.
Las princesitas crecieron y algunas muy pocas cambiaron su forma de ver todo. Las Ladys Madrid no buscan el amor por encima de todas las cosas, buscan pasarlo bien y sonreír por encima de todo.

Depende de las óptica de cada persona, hay gente que prefieren las sorpresas y otras que desean tener todos los cabos atados, como hay gente que se deja llevar por lo que pasa a su al redor.


Sofía miraba a su tercer vaso, ya transparente. Miró a Luz y se echó a reír. Se sentía feliz, hacía tanto tiempo que no experimentaba algo así que le parecía extraño.

En una de tantas confesiones, su amiga le dijo que esperaba un niño. Eso todavía le hizo sentirte más contenta. Sabía que iba ser la madre más perfecta de todas. En ese momento se pusieron a bailar por todo lo que tenían que celebrar.

Poco bailaban, más bien intentaban seguir la letra de la canción, sin embargo para ellas era realmente complicado. Parecían quinceañeras buscando un poco ron.  La noche iba entrando, y el bar llenándose.

Sofía ,estaba en medio del local, moviéndos discretamente al son de la música. Sin embargo era la mirada de todo el bar. En un segundo se fijó en un chico, que sonreía. Ella fue hacía él. Estaba vez había dejado los miedos y las inseguridades en la carretera.

Le dijo: ¿Bailas?.
Él respondió: No, me basta con verte sonreír.

Ahora si, ella era otra Lady Madrid.




domingo, 29 de junio de 2014

Estrellas blancas

Las cuestiones de óptica son muy confusas, hasta llegar al punto de que el color rojo es el reflejo de todos los colores espeto él. Todo es relativo, como en el instante que me dijiste que no podíamos volver a caminar de la mano cuando fuese otoño.  Mi mirada se perdió en el mar donde alguna vez soñamos ser libres. La cuestión de soñar sueños imposibles, es que nunca llegarán a cumplirse; y lo peor de eso, es que tú en el fondo deseas que sean ciertos.

La carretera se hacía cada vez más pequeña. Y sin entender el porqué, se sentía segura a su lado, sería por su voz o por aquellos ojos verdes que te mostraban todo lo ella respetaba. Le agarró la mano a la vez, que el cambio de marcha. Le dijo todo irá bien. Ella se eche a llorar al instante.

Después de dos horas, llega a un pueblo en medio de las montañas. Buscaron un sitio donde hospedarse, a continuación se perdieron por las calles de piedra, hablando de lo que realmente les preocupaba a las dos. Ella, Sofía, le explicaba que no entendía como podía a ver llegada a un lugar sin entender por el cómo. Su amiga le contestaba que hacía más de una tres días que no sabían de ella, nadie absolutamente nadie. La primera vez que pasó algo así, parecían que los relojes se habían parado y nada volvería a ser como antes. Pero, un día regresó con una sonrisa pequeña y tímida, de las que piden perdón por todo el daño que ha causado.

Cada vez, las desapariciones serán más habituales. Sin embargo, esta vez, sus recuerdos se habían marchado como las estrellas blancas de las noches anteriores llegando a dejarla sola del todo.
Su vida no conectaba, llegando a estar inmersa en una espinal donde parecía que nadie podía sacarla.

La luna salía, y ellas buscaron un bar para seguir hablando de un futuro incierto y sin colores bonitos. Pidieron dos cervezas, su amiga se comía la cerveza a cucharadas. Sofía reía, le hacía sentirse menos rara y con mas fuerza de entender lo que le pasaba. A partir de eso, todo llegaría.


lunes, 23 de junio de 2014

Lucis

Te contaría cuanto tiempo pierdo en recrear conversaciones que nunca pasarán, o cuanto tiempo pienso sacarte defecto, los nuncas nunca llegaron aunque siempre deseamos. Nuestra banda sonora alternada entre Pereza y canciones de jazz. Rara combinación, pero como nosotros dos. Pocas veces hablábamos sin tener varias copas en la mano, eso se debía a que eramos unos auténticos cobardes o por lo menos,yo. Cada vez que lo veía pasar a mi la lado, las rodillas me temblaban al son con mis manos.

Cuando le dijo la hora, el chico le guiñó el ojo. Y se salto esa sonrisa que te aparece con unos chicos guapos, olvidándose de todo lo demás. Susurró un gracias tan pequeñito que ni los ratones lo oyeron. El chico se subió en la moto, y se marcho. Al cabo de tres segundo, volvió en sí; salió corriendo tras él. Pero era demasiado tarde. Ya no lo podría alcanzar

Era absurdo que se parase para preguntarle la hora, sólo para eso, y no le preguntase que hacía allí descalza, con la cara de no haber dormido la noche anterior y desorientada. Sin embargo, lo absurdo era la nueva moda, y el chico no parecía no la siguiese.

Deseaba tanto llamar a alguien y pedir ayuda, no sólo por no saber donde estaba si no por todas las cosas que no contaba o que contaba tan en bajito que nadie escuchaba. Empezó a llorar, de tal modo que el cielo  siguió su trayecto. Eran esas tormentas de verano que llegan sin saber como y se van de la misma manera.

Empezó a correr lo más rápido posible para que las gotas no la tocasen, pero eso era imposible. Era otra estúpida decisión que desembocó en algo peor. Se cayó, dejándose las rodillas y las manos en la carretera.

Se sentó en medio de la carretera, dolorida y con el autoestima por los suelos. Sacó el teléfono, y llamó a la persona que siempre podía venía en su búsqueda. La que siempre la ayuda a levantarse pese a cualquier cosa. Esa pequeña luz que lo alumbraba todo.

Sólo dijo hola, y ella ya sabía lo que le pasaba. Salió de su casa perfecta con su vida perfecta, a buscar a su pequeño caos.



domingo, 22 de junio de 2014

Ya son las cinco de la tarde.

Habíamos cambiado el verbo estar por el verbo tener, pero no teníamos nada y aun menos estábamos juntos. Las calles mojadas se estrechaban, hasta tal punto que teníamos que caminar en fila india. Las cervezas se quedaban escasas, mientras el ron no paraba de llegar. No entendíamos nada, sin embargo tampoco esperábamos una respuesta. Las páginas seguían pasando y sin contar algo concreto, sin contar algo bonito.

Así llegó a la mitad del libro, estaba harta. No entendía la historia que el autor intentaba contar; debía seguir caminando para llegar a alguna parte. Respiró fuerte, muy fuerte. Y se decidió ponerse en camino, pero a los tres pasos, paró. Estaba cansada, total no sabía donde estaba, ni a donde llegaría.
Intentó recordar como había llegado a esa carretera, no hubo respuesta. Realmente no sabía que hacer.

Mientras miraba las nubes pasar, alguien la llamó por teléfono. En ese instante, se le escapó una sonrisa, alguien se preocupaba por ella. Miró al móvil, y al instante lo apagó, era una compañía telefónica que le intentaría venderle una nueva tarifa.

Comenzaba a estar mosqueada, en esta era de comunicación constante, porque nadie le preguntaba como había pasado la noche y  así la rescatarían de esa carretera infinita que no sabía a donde llegaba.

Empezó a golpear piedrecitas que encontraba por el camino con sus pies descalzos. Eso significaba una cosa, se ponía de camino para llegar a algún sitio. Después de caminar, un buen trayecto, le comenzaba a doler los pies.

Estaba hasta las narices; no sabía donde estaba, la carretera no terminaba, nadie pero nadie le hablaba (y ella demasiado orgullosa para hablar a alguien). Tenía ganas de chillar, así lo hizo, total estaba sola.

En ese instante una moto se paró. Era un chico bastante atractivo, se quitó el casco y lo único que le preguntó fue que hora era.


sábado, 21 de junio de 2014

A las tres de la tarde

Caminaba sin retorno, apagando las colillas en cedidas con sus pies descalzos. No sabía hacia donde mirar, ni a donde ir. Se sentía libre desde hacía mucho tiempo que no lo hacía, tanto que ya ni se acordaba de lo que no era recordar nada.

Se despertó en medio de la carretera con los zapatos en una mano y sosteniendo un libro que no conocía que historia contaba. Miró alrededor para intentar recordar algo de lo que había pasado. Todo le era familiar, como aquellos domingo en el río a las tres de la tarde con su familia y sus amigos. Esa felicidad absoluta, plena y sincera; volvía a ella. No entendía nada. Su largo vestido blanco, casi transparente y algo manchado por los acontecimientos de la noche anterior, bailaba al son del viento.
Por encima llevaba una americana algo grande, que cierta persona amable le había dejado sin esperar nada a cambio.

Intentaba llegar a alguna parte, pero no sabía bien por donde ir. Cerró los ojos, e intentó guiarse por sus sensaciones o presentimientos, lo que casi acabó consiguiendo fue una pierna rota por un coche a gasolina.

Se sentó en el borde de la carretera, a ver como la mañana llegaba ya a su fin. Miró al sol que en ese momento tanto la quemaba, intentó buscar sus gafas de sol en el bolso de mano. Obviamente no estaban. Miró su teléfono, y no tenía ninguna llamada perdida. Lo apagó, y tres minutos más tarde, lo volvió a mirar, pero seguía igual que antes. Ni un misero mensaje de alerta, de auxilio o de amenaza.

Nadie la reclamaba.

Se sentó a esperar, pero nadie se la rescataba. Así que respiró hondo, y salió a encontrar el camino que le llevase al lugar de vuelta. Ese lugar, a las tres de la tarde.

viernes, 20 de junio de 2014

Número uno.

Llegaron sin razón aparente,
Se fueron sin hacer mucho ruido.
Tus miradas, eran sueños de verano
Tus caricias, helados en febrero.

Caminabas sin referente
Te movías al viento

Suspirabas por algo nunca había existido.
Hablas sin contar tu verdadera historia
Me dabas la mano, por obligación.
Me mentías por compasión.

Te pisabas los cordones
Dormías en las estaciones

Nunca nos definimos
Nunca hablábamos de los dos
Nunca me dijiste que me querías
Y nunca besé con pasión.

Y por eso poco a poco

Se cambió el guión.