martes, 10 de enero de 2012

Mi caos patente.

Una sonrisa enclaustrada quiso salir al mundo donde el gris era el color favorito de la mayoría de las personas donde la crítica regia la vida de todos sus habitantes. Critica siempre se burlada de sus lacallos.

Se supone que escribo, porque se ven letras.
Se supone que respiro, porque el aire llega a mis pulmones.
Se supone que como, porque no me ven desnutrida.
Se supone que lloro, porque las lágrimas se escurren porque mi cara.
Se suponen muchas cosas, tantas que dudo que me puedo a ponerme a contarlas y tan pocas ciertas.

Después de mucho tiempo, salía de casa. No sabía como moverme, intentaba sonreír pero no podía. ¿Te acuerdas de que si aprendes a montar en bicicleta nunca te olvidas? Pues en el tema de la felicidad es diferente. Si te olvidas de ella, es casi imposible volver a recuperarla.

Como en muchas historias, haré una marcha atrás para que me ayudeis a descubrir donde me olvidé la maleta donde guardaba mi reducto de botes de purpurina, mis chicles y esos te quieros que todavía no había dicho.