jueves, 26 de agosto de 2010

Me gustan las tardes de domingo que no son domingo.

Estaba escuchando música y se me vinieron recuerdos, sensaciones, imagines y antiguos problemas. Los comparo con los nuevos.
Son muy parecidos pero ahora soy fuerte. No tiemblo ante nadie y nada me hace dudar. Podría soñar con volver atrás y cambiar las cosas, pero no quiero. Ahora vivo el presente, y no pienso en el futuro porque todo llegará a su debido tiempo. Volver a enamorarse, conocer gente nueva, amar mas las ya conocidas, tener problemas y resolverlos, volar, viajar, encontrar a tu amor platónico y decirle que casa te conmigo en tus sueños, comer pipas, tirarte al mar, fumar, bailar, hacer el ridículo y muchas cosas más.

El verano se acaba. Y para mi ha sido revitalizador, me ha cambiado y sin hacer mucho.

El mes de junio lleno de brillo y alegría, para mi fue como asomarme al infierno y ver de reojo a Lucifer. Empecé a sufrir mas que los anteriores meses.
Pero el verano empezó, una pierna sonrisa me volvió a mi cara. Era insegura, llena de miedo, cobarde y también inexperta. Hacía mucho tiempo que no se asomaba.
Yo empecé a aprender a vivir sin mi tristeza habitual, y no la echo nada de menos, a vivir siendo como soy y sin sentirme mal. Cuando comencé a saber vivir feliz, volvió mi locura, mi estupidez y las ganas de comer.

Este verano no he hecho grandes cosas aparentemente, pero gané mi gran reto personal volver a vivir alegre y ahora no hay quien me paré. Se afrontar las cosas sin llorar y saber dejar de pensar en cosas que me no me dejaban dormir.
Me siento algo diferente, porque hasta me gustan las tardes de domingo que no son domingo. En las cuales estoy en leggins y camiseta grande, como pizza, veo pelis y no salgo de casa; porque ahora sé sacarle partido a cualquier situación sin sentirme débil.

lunes, 23 de agosto de 2010

Pongamos que esto es el principio

Una cuerda sostenía sus vidas, una construyéndose y otra a punto de cambiar. Todo estaba dando un gran cambio. Dentro de una semana, empezaría sus estudios deseados. Soñaba con recitar a Shakespeare o a Lorca, interpretar un Romeo en la piel de una mujer. Quería vivir demasiados cosas para una sola vida, y por eso amaba el teatro. Caminar por un escenario, sentirse importante, mientras todos la miran, poder cambiar la perspectiva de alguien o hacerlo sonreír.
En septiembre empezaría a vivir en Madrid, en el centro. En un viejo edifcio de su abuelo. Donde pasaba sus calurosos veranos. Ella pensaba que hacía en verano en la capital, donde el ostentoso calor le derretía el cerebro. Cada año, como un monótono y repetitivo vals, pasaba lo de siempre. La visita al Prado, una opera, un concierto de la sinfónica, un día de compras con su abuela... A ella no le gustaba esas cosas tenían un cierto polvo, ya encima. Su padre sabía que odiaba todo aquello, pero el necesitaba un tiempo para buscar nuevos negocios, para salir de ese mundo de deudas. Pero el verano de los dieciséis todo cambio, habían alquilado a una familia un de los apartamentos para sacar algo de dinero para su hijo. Y allí apareció su liberación, con pantalones pitillos, una camiseta de los Beatles y un gorro de paja. Aquel noche escucho un alboroto por las escaleras, risas, voces altas y un cierto olor parecido al despacho del director. Pasaron dos días con la misma situación y a la tercera, sucedió. Era las siete de la tarde, Sofía bajaba las escaleras para comprar un helado y despegarse de la fauces de su abuela. Se lo encontró de frente.
Hola, ¿tu era la nieta de los Turati?
Si
Pues da les las gracias, por alquilarnos el apartamento. No se encuentran piso en el centro a estos precios.
Se lo diré.
A por cierto me llamo Manuel, pero todos me llaman Manu.
Yo me llamo Sofía.
Pues encanto. ¿Me dejas hacerte una pregunta?
Si. (Se empezó a poner roja)
¿Estas sola? Osea sola, con tus abuelos?
Si
Y tienes amigos?
No. Mis abuelos no me dejan sola ni un minuto. Creen que como solo me ven en verano, no me pueden dejar soltar.
Perfecto. Esta noche te vienes conmigo. Te duermes pronto y salimos por la gran capital. (Había movido los dedos representando unas comillas en el verbo dormir)
¿Y ahora me compañas a por un helado? Así me cuentas tus planes por la noche.
Okey.
Así, fue como la pequeña niña inocente, conoció la libertada y la amistad más allá de los amigos de colegio. Ese verano empezó creció.