miércoles, 18 de marzo de 2015

La canción que jamás termino de tocar.

Sabía que no era bueno volver a verle, pero quería saber cómo era su vida desde que ella ya no estaba con él. Cómo sería cerrar los ojos y ya no imaginarla. Cómo sería ya no sentir sus besos dejado de la ropa. Cómo sería no saber nada de ella.

Quería pensar que su vida ya no era un cumulo de insulsos insaciables llenos de amargura, ilusión y vodka barato. Quería imaginarse una vida nueva, llena de cosas bonitas, dulce de leche y canciones de cuna. 

El gran problema es que el caos que él un día le había despertado, nunca se iría. Ella ese caos continúo como una ciclogenesis en pleno febrero.
Sabía que no era bueno verle, pero deseaba con todas sus fuerzas poder ver lo.  Quería saber cómo estaba y lo mal que lo habían tratado los años. Ese rencor de cuando quieres a alguien tanto que ya lo odias para no pensar más en él.

Ella se acuerda de cada de una de los sueños que le dijo, de las historias que pensó y de los momentos no vividos. Pero lo triste, y cruel es que ella pensó que ya lo había olvidado para siempre. Y no era así.






Sus lágrimas tocan la copa de cerveza, mientras espera a uno más de los chicos de la lista. Deseaba no querer a nadie, pero  su corazón estaba guardado debajo de su cama entre sus calcetines perdidos, y aquella canción que jamás termino de tocar.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Gris

Consciente o inconsciente. Plural o singular. Perro o gato. Real o irreal.Te quiero o te odio. Te miro o me escodo. Creemos que todo es blanco o negro, aunque intentamos rezar por el gris, y nunca lo vemos. Cuando nos maduramos, ya que la expresión hacerse mayores la odio, empezamos a ver ese color mezcla de la falta de color y de tu totalidad.

Los meses habían pasado; ella seguía como siempre perdida, sin embargo menos que antes. Quedaría bonito que al final encontró un hombre que la había hecho libre como una mariposa, y feliz como un perro cuando llega su dueño. Pero la realidad, era otra. Se esta reconstruyendo, buscando la sabiduría y experiencia de su vida y de todas las vidas que la habían toda alguna vez.

Sofía fumaba, y le encantaba hacerlo. Era una mezcla de los años sesenta y de la hermosa movida madrileña. Elegante y alocada. Sensual y perversa. Pero como toda la gente de los años ochenta, triste por dentro.

Había encontrado trabajo en una pequeña empresa,bastante bohemia, como escritora de relatos filosóficos que tenían que ver con los problemas actuales. Esto la mantenía entretenida. Se pasaba la mitad de su jornada de trabajo mirando por la venta, esperando a que lloviese y sentirse como en casa. Echaba de menos la casa de sus padres a la orilla del mar, de aquel bosque la vio creer y pudrirse al mismo tiempo, de aquel frío que te calaba hasta los huesos y de aquella protección infinita mezcla de lanas y abrazos maternos.

Aquella mañana de martes, sonó la puerta de aquel despacho estilo loft, que a ella le se resultaba tan indiferente. Levanto la vista del ordenador para ver quién era, y  no puedo disimular su cara de sorpresa, ya que nunca pensó que lo volvería ver.

martes, 29 de julio de 2014

Llevaba una camisa de cuadros.

Me encantaría decirte que paso de tu culo, de tus gestos y de tus miradas. Que paso de tu risa, de tus tonterías, de lo poco que te importo y de lo mucho que te importan otras. Paso de mirar el móvil cada cinco minutos. Paso de no poder contener la mirada. Paso de recordar lo que se ha pasado, y desear que vuelva ha pasar.Paso absolutamente de tu culo.

Creía  en las casualidades, ya que todo lo que planeaba no salía nunca bien. Se sentía rara, si no se derretía por sus huesos. Y todos los chicos que quiso eran terriblemente tóxicos. O simplemente, se hacía más vulnerable si soñaba despierta.

Aquel día decidió a salir a caminar, quería que su cabeza se centrase de una vez. Llegó a la playa, se sentó, y deseó por completo respirar de seguido.  Su lágrimas aparecieron como por arte de magia, odiaba llorar aunque lo hacía muy a menudo.

Cerró sus parpados, y se puso a imaginar. Era una de las cosas que mejor hacía. Se sentía perdida, triste y un poco confusa. Sabía que tenía que salir de aquel bucle, tenía gente que la ayudaba pero tenía que poner de su parte. Mientras pensaba todo aquello. Sonó una guitarra y una voz se puso a cantar. Abrió los ojos al instante. Se dio la vuelta, y era él.

El chico de la taberna irlandesa.




sábado, 26 de julio de 2014

Un pack de cervezas y un salvavidas

Soñamos con vivir la vida como si fuera el último sorbo de aquel vodka, o como bailar aquella canción que escuchamos ya hace años. El gran problema es que me imaginamos todas esas locuras y pocas llegan al play. Vivimos la mitad de nuestra vida planeando, y eso planes la mitad no se llevan a cabo. Y así, acabamos ahogando las penas en esos vasos vacíos.


Le dio un vuelco  el corazón. Son esos momentos, que no sabes porqué pero sabes que va a pasar algo. Se limpió las lágrimas. Abrió la puerta. Y era él. Hay personas que llegan en momentos claves. Ese era uno de ellos. Llegaba con un pack de cervezas, una pizza y una cajetilla de cigarros.

Pasarón toda la noche charlando, buscando soluciones a problemas que nunca resolverían o hablando sobre de ellos. Sus miradas se entrelazaban como las piernas en un tango. Y cuando el sol asomaba por los cristales de sus gafas, cerraron los ojos.

Él trabajaba ocho horas diarías, creía en un mundo mejor y que las sonrisas llegaban siempre a alguna boca. Sus miradas eran profundas, tenía un sexto sentido para saber que cuando un amigo necesitaba un porro y contarle algo de su vida. Buscaba un amor tipico para conseguir una familia tradicionalmente feliz, simplemente porque tenía demasiado amor para dar.

Cuando Sofía se despertó, su amigo ya no estaba. Y se dió cuenta que tenía muchos salvavidas , ya que ella era un barco a la derivada. Alguna vez, pensó que la rutina la salvaría pero falló ya que eso la ahogó mucho más su desorden.

Deseaba tener un manual para encontrar la tranquilidad,la felicidad, lo que la gente supestamente tiene. Parecía que se había saltado el camino. No entendía que le pasaba, porque no era de esas personas que se pasan las vida hablando con sus amigos del instituto.
Sin embargo, ella era la chica de las cervezas en la playa.


lunes, 14 de julio de 2014

Chispas

Si te vas, no volveré.
Todas las acciones tienen causa y efecto. Todas las acciones tienen un desencadenante, como cuando la bomba explota en medio de tu ciudad arrasando todo a su paso. Tu fuiste mi bomba, sería bonito que fuese cierto. Pero no saltó la primera chispa, porque después de una masacre deseas que no vuelva a pasar.


Deseaba no amar a nadie más. Había amado en una noche, y le habían roto el corazón a la mañana siguiente. Y ahora mojada, estaba viendo fotos de la última persona que le imanto su brújula. Deseaba pensar que todo esto pasaría, sin embargo se mentía como cuando eres pequeño y deseas creer en los Reyes Magos, Papá Noel o el ratoncito Perez. Y como de costumbre comenzó ahogar sus penas en café de cualquier bar donde tenga un periódico decente.

Era triste, pero más triste llorar por algo que nunca sucedió. Y en ese momento se le escapaba un curiosa lagrimita por su pequeño rostro que llegaba hasta su boca. Era un cumulo de circunstancias que le explotó en la cara, el día que despertó en aquella carretera.

En ese instante, apareció ella. Le dió un abrazo, un beso. Y se fueron de ese pueblo de calles de piedra. Tras una hora en el coche, llegaron a casa de Sofía. Vivía en un edificio viejo en el cuarto piso. Allí compartía su vida con un gato llamado Chispas. El único que se extrañaba si no llegaba a casa.
Estaba subiendo por las escaleras, y escuchaba sus maullidos. Y ella entendía lo que decían.

Abrió la puerta, lo abrazo y se quedo sentada detrás de ella con él en sus brazos esperando que pasase algo inaudito. Entonces sonó el timbre




miércoles, 9 de julio de 2014

No hablan de ti.

Adictas a los primeros amores, a los melodramas, y pensar que cualquiera canción hablan de ellas. ¿Por qué será? ¿Por qué será que siempre terminar sola en tu coche fumando aquel dichoso cigarro que nunca debiste encenderte? ¿Por qué?

Porque estás buscando al definitivo, piensas.
Pero cuando lo tienes delante sales corriendo, por miedo o porque realmente nunca fue  el bueno.

Y te cuestionas, una y otra vez, que es lo que tienes de malo. Sin contar lo arañazos en los brazos, las copas demás, la autodestrucción, las imaginaciones transitorias y un bote de sonrisas perdidas que no llegarán a ninguna parte. Eres perfecta para cualquiera. Sin embargo no aparece nadie que quiera quedarse a tu lado. Es difícil, casi imposible no imaginar a alguien que no te abrace cuando tienes un mal sueño.

La colección de nombres siguen creciendo, y sin llegar a nada coherente. Dejas pequeñas muestras de tu vida a personas que no sabes realmente que harán con ellas.

Y tu a pesar de todo, y de todo lo te quieras hacerte creer. Sigues buscando a alguien, alguien que te cante.

Y que realmente escriba canciones sobre tí.



martes, 8 de julio de 2014

¿Alguna vez?

Los cuentos que nos contaban no decían siempre la verdad. Nos hacían soñar con mundos donde todo podía ser realidad. Maldita sea ¿ por que nos creímos eso? Esas pequeñas mentiras que hacen escondernos de un lugar tan cruel. Con esos cuentos soñamos con ser felices para el resto de nuestra vida. Sin saber que el transcurso de nuestra pequeña vida sería un cumulo de miradas, lágrimas, abrazos, palomitas, drogas y leche cortada.
El gran problema de los cuentos es que no nos enseñaron a luchar con una cuchillo entre los dientes. Y no nos enseñaron a decir lo que quieres decir, y tampoco hacer lo que deseas hacer. ¿Por qué no podemos coger un coche a las 12 de la noche para dar un paseo?


La voz de la mujer le arrebató el último suspiro de su alma, o eso era lo que ella pensaba. En una noche se había enamorada de una persona que apenas conocía su nombre. Cruel destino, pensaba. Aunque simplemente, Sofía deseaba amar por encima de cualquiera cosa, era una adicta de la mariposas en el estómago. Era de esas personas que tiene demasiado amor para dar.
Pensaba que su mundo se terminaba como cuando se apaga el último cigarro del paquete o una nevera vacía en domingo.

Salió a caminar, quería saber que le hacía sentirse así. Y como en una película, empezó a llover. Ella no se enfadó, si no que se puso a bailar y a cantar bajo ella, sobre todo a cantar. Así mojada y caminó hacia ninguna parte. Se cuestionaba que era lo que le hizo para llegar hasta esta situación. Cuales eran las acciones consecutivas para estar cantando en medio de ninguna parte.

Cerró los ojos muy pero que muy fuerte, para recordar. Y allí, como si una aparición se tratase. Su cara tan bonita e inquietante como el primer día. Tenía la esencia de artista de rock, y era tan peligroso como un vampiro en plena noche. Aun lo deseaba, y perdía el culo por él.

Busco en el móvil, alguna foto de lo dos. Quería saber si todo lo que se imaginaba era real.

Hay personas que llegan a tu vida y se colocan en una lista. La prestigiada lista de las personas que una vez amaste, e intentarás amar para siempre.