Sabía que no era bueno volver a verle, pero quería saber cómo
era su vida desde que ella ya no estaba con él. Cómo sería cerrar los ojos y ya
no imaginarla. Cómo sería ya no sentir sus besos dejado de la ropa. Cómo sería
no saber nada de ella.
Quería pensar que su vida ya no era un cumulo de insulsos
insaciables llenos de amargura, ilusión y vodka barato. Quería imaginarse una
vida nueva, llena de cosas bonitas, dulce de leche y canciones de cuna.
El gran
problema es que el caos que él un día le había despertado, nunca se iría. Ella
ese caos continúo como una ciclogenesis en pleno febrero.
Sabía que no era bueno verle, pero deseaba con todas sus
fuerzas poder ver lo. Quería saber cómo
estaba y lo mal que lo habían tratado los años. Ese rencor de cuando quieres a
alguien tanto que ya lo odias para no pensar más en él.
Ella se acuerda de cada de una de los sueños que le dijo, de
las historias que pensó y de los momentos no vividos. Pero lo triste, y cruel
es que ella pensó que ya lo había olvidado para siempre. Y no era así.
Sus lágrimas tocan la copa de cerveza, mientras espera a uno
más de los chicos de la lista. Deseaba no querer a nadie, pero su corazón estaba guardado debajo de su cama
entre sus calcetines perdidos, y aquella canción que jamás termino de tocar.
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