lunes, 23 de junio de 2014

Lucis

Te contaría cuanto tiempo pierdo en recrear conversaciones que nunca pasarán, o cuanto tiempo pienso sacarte defecto, los nuncas nunca llegaron aunque siempre deseamos. Nuestra banda sonora alternada entre Pereza y canciones de jazz. Rara combinación, pero como nosotros dos. Pocas veces hablábamos sin tener varias copas en la mano, eso se debía a que eramos unos auténticos cobardes o por lo menos,yo. Cada vez que lo veía pasar a mi la lado, las rodillas me temblaban al son con mis manos.

Cuando le dijo la hora, el chico le guiñó el ojo. Y se salto esa sonrisa que te aparece con unos chicos guapos, olvidándose de todo lo demás. Susurró un gracias tan pequeñito que ni los ratones lo oyeron. El chico se subió en la moto, y se marcho. Al cabo de tres segundo, volvió en sí; salió corriendo tras él. Pero era demasiado tarde. Ya no lo podría alcanzar

Era absurdo que se parase para preguntarle la hora, sólo para eso, y no le preguntase que hacía allí descalza, con la cara de no haber dormido la noche anterior y desorientada. Sin embargo, lo absurdo era la nueva moda, y el chico no parecía no la siguiese.

Deseaba tanto llamar a alguien y pedir ayuda, no sólo por no saber donde estaba si no por todas las cosas que no contaba o que contaba tan en bajito que nadie escuchaba. Empezó a llorar, de tal modo que el cielo  siguió su trayecto. Eran esas tormentas de verano que llegan sin saber como y se van de la misma manera.

Empezó a correr lo más rápido posible para que las gotas no la tocasen, pero eso era imposible. Era otra estúpida decisión que desembocó en algo peor. Se cayó, dejándose las rodillas y las manos en la carretera.

Se sentó en medio de la carretera, dolorida y con el autoestima por los suelos. Sacó el teléfono, y llamó a la persona que siempre podía venía en su búsqueda. La que siempre la ayuda a levantarse pese a cualquier cosa. Esa pequeña luz que lo alumbraba todo.

Sólo dijo hola, y ella ya sabía lo que le pasaba. Salió de su casa perfecta con su vida perfecta, a buscar a su pequeño caos.



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