Hacía tres semanas que había mudado, y no tenía nadie con quien hablar. La gente de su clase, no se acercaban a ella por dos razones. La primera por Alberto, la segunda porque el teatro era una de las dos únicas que le hacía disfrutar por completo, por eso lo cuidaba, y le salí también.
Vivir en el edificio de sus abuelos, le hacía rememorar demasiadas cosas bonitas, se daba cuenta de lo muchos que los quería y de tantísimos que les echaba de menos.
Lo único que le sacaba una sonrisa y la tranquilizaba era ir al Retiro. Ver a la gente en las barquitas e imaginarse sus vidas.
Un día, mientras tenía la mirada perdida un chico le dijo: - ¿me puedes decir porque tienes los ojos tan bonitos?
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